jueves, 22 de enero de 2015

EL AMOR: ESA COSA TAN RARA (I). RICARDO III

 Escucha mientras lees
¡Deteneos, y dejad ahí ese cadaver!
Acto I, escena II, Ricardo III, William Shakespeare
El amor es tanto un sentimiento como un libro de historias de todo tipo; para otros, es un juego en el que nunca se gana pero sí se goza.
Es un tópico decir que el amor es ciego como la necia testarudez, haciéndolo responsable del ayuntamiento de almas incompatibles, emparejamientos antinaturales por ilógicos y contrarios a la razón, o de las desdichas que algunos suelen contar en las redes sociales; cuando lo cierto es que la responsabilidad de todo ello recae en el mal ojo que muchos tienen para darse cuenta de las cosas forzando en su nombre situaciones imposibles sin importarles regalar hasta la última gota de su dignidad, como también recae en aquellos que teniendo las cosas claras, ceden, incurriendo en el mismo grado de  bobería imperdonable.
Para otros, el amor puede ser sinónimo de historias sublimes, sin recordar la letra de esa vieja canción que exclamaba, que según el color del cristal con que se mire, lo que a uno le pareció bonito, para el otro solo fue una porquería.
Esta es una pequeña antología de piezas seleccionadas de diversos géneros de la literatura que nos hablan de historias de "amor" que representan lo antes dicho.
La que entregamos a continuación se refiere a la de un tío que no le importaba que su dignidad quede como palo de gallinero a cambio de obtener el amor de una comadre que lo odiaba y despreciaba con una fuerza visceral tal que le desaflojaba el estómago. Es la historia del conde de Glocester (quien luego sería el rey Ricardo III) y lady Ana, contenido en el Acto I, escena II del drama Ricardo III, escrito por William Shakespeare aproximadamente entre los años 1588 – 1589 o entre 1593 – 1594. La tal lady debe haber tenido buena talla y buen talle como para que el conde ese se haya tragado tamaños insultos y encajado en su rostro gruesas flemas a cambio de un sí de la niña.
Dejo a salvo el hecho que yo creo en el amor… pero hoy quiero burlarme de él.
El cuerpo del REY ENRIQUE VI en un féretro abierto.
Algunos NOBLES con alabardas dan escolta al cadáver.
LADY ANA preside el duelo; luego entra GLOCESTER

Ricardo III, caracterizado
por Lawrance Olivier (1955)
ANA.─Depositad, depositad aquí vuestra carga honorable, si es que el honor puede estar amortajado en un féretro. Entretanto, yo prodigaré mis fúnebres lamentos por la prematura caída del virtuoso Lancaster. ¡Desventurada y helada faz de un santo rey! ¡Pálidas cenizas de la casa de Lancaster! ¡Restos exangües de esta sangre real! ¡Séame permitido evocar tu fantasma, para que oiga los gemidos de la pobre Ana, esposa de tu Eduardo, de tu hijo asesinado, apuñalado por la misma mano que te ha hecho estas heridas! ¡En estas aberturas por donde ha huido tu vida verteré el bálsamo desesperado de mis pobres ojos! ¡Maldita sea la mano que te las ha hecho! ¡Maldito el corazón que ha tenido corazón para obrar de tal suerte! ¡Maldita la sangre que ha vertido tu sangre! ¡Caiga sobre la cabeza del odioso malvado, que con tu muerte nos sume en la desgracia, más calamidades que las que yo pudiera desear a las serpientes, arañas, lagartos y a todos los reptiles venenosos de este mundo! ¡Si tuviese un hijo, que sea un aborto, un monstruo dado a luz precozmente, que, por su aspecto repugnante y contra natura, espante las esperanzas de su madre y herede la maldad de su padre! ¡Si tuviese una esposa, que sea más infeliz en su viudez que yo por haberte perdido, con mi joven esposo! Venid ahora con vuestra preciosa carga; no he querido dejarla en San Pablo por darle sepultura en Chertsey. Cuando os fatiguéis, haced alto. ¡Yo seguiré llorando sobre el cadáver del rey Enrique!

(Los portadores del cadáver lo levantan
Y dan algunos pasos. Entra Glocester.)

GLOCESTER.─¡Deteneos, y dejad ahí ese cadáver!
ANA.─¿Qué sombrío nigromántico conjura a este demonio para oponerse a mi piadosa devoción?
GLOCESTER.─¡Dejad ahí ese cadáver, pícaros, o ¡por San pablo haré otro del que me desobedezca!
NOBLE 1.º.─Milord, dejad pasar el féretro.
GLOCESTER.─¡Perro mal criado, deténte: yo lo ordeno! ¡No amenaces mi pecho con tu alabarda, o ¡por San Pablo! Te hago pedazos a mis pies y te pisoteo para castigar tu temeridad!

(Los portadores dejan el féretro en el suelo.)

Vivien Leigh, como Lady Anne
(1948)
ANA.─¡Cómo! ¿Tembláis? ¿Tenéis miedo? ¡Ay de mí! ¡No os culpo a vosotros, porque sois hombres, y las humanas miradas no pueden soportar la vista del diablo! ¡Atrás, repugnante ministro del infierno! Sólo tenías poder sobre su cuerpo mortal, no sobre su alma. ¡Vade retro!
GLOCESTER.─¡Santa y dulce mujer, por caridad, calmaos!
ANA.─¡Horrendo demonio, por amor de Dios, vete y no me conturbes más! ¡De la tierra afortunada has hecho tu infierno, y los has llenado con tus imprecaciones y blasfemias! Si te gozas en contemplar tus viles acciones, mira esta obra maestra de tus asesinatos. Mirad, mirad, caballeros. ¡Las heridas de Enrique muerto abren sus bocas congeladas y sangran de nuevo! ¡Avergüénzate, avergüénzate, montón de deformidades; tu presencia es la que hace brotar la sangre de esas venas vacías y frías donde ya no queda ni sangre! ¡Tu acción inhumana y contra Natura provoca ese diluvio milagroso! ¡Oh. Dios, autor de su sangre, venga su muerte! ¡Oh, tierra que has bebido esta sangre, venga su muerte! ¡Cielos, que tus rayos destruyan al asesino! ¡Tierra, abre tu boca insondable y apresúrate a devorarlo, como devoras la sangre de este magnánimo rey, a quien asesinó su brazo guiado por el infierno!
GLOCESTER.─Señora, desconocéis las leyes de la caridad, que exigen devolver bien por mal y bendecir en vez de maldecir.
 ANA.─¡Villano, tú no conoces ni leyes divinas ni humanas, porque no existe un animal tan feroz que sea implacable!
GLOCESTER.─Si soy implacable, no soy una fiera.
ANA.─¡Oh, qué asombro! ¡El diablo diciendo la verdad!
GLOCESTER.─¡Aún es más asombroso ver ángeles coléricos! Divina perfección de la mujer, permitid que en esta ocasión me justifique de tantos crímenes supuestos.
ANA.─¡Infección humana sin precedentes, permíteme que en esta ocasión maldiga tu persona maldita, por estos crímenes comprobados!
GLOCESTER.─¡Mujer bellísima, cuya hermosura no es posible expresar en palabras, concédeme, pacientemente, tiempo de excusarme!
ANA.─¡Monstruo incomprensible! ¡Si quieres justificarte, ahórcate!
GLOCESTER.─Semejante acto de desesperación me acusaría.
ANA.─¡No, te excusaría inflingiéndote el justo castigo de la injusta carnicería que has hecho con los demás!
GLOCESTER.─¿Y si no fuera yo el que los ha matado?
ANA.─¡No estarían muertos. ¡Pero lo están por tu causa, diabólico bribón!
GLOCESTER.─Yo no he asesinado a vuestro marido.
ANA.─Entonces, ¿está vivo?
GLOCESTER.─No; ha muerto a manos de Eduardo.
ANA.─¡Miente tu boca infame! La reina Margarita ha visto tu arma mortífera humeante de sangre. Y si tus hermanos no la hubiesen desviado, ya la dirigías contra ella.
GLOCESTER.─Fui provocado por su lengua calumniadora. Pretendía cargar sobre mis hombros inocentes el crimen de mis hermanos.
ANA.─Lo fuiste por tu sangriento instinto, que jamás ha ideado otra cosa que crímenes. ¿No has matado al rey?
GLOCESTER.─No lo niego.
ANA.─¡No lo niegas, malvado! ¡Entonces, que Dios te condene por tan espantoso crimen! ¡Era afable, dulce y virtuoso!
GLOCESTER.─¡Hecho para el Dios del cielo! ¡Él le conserve a su lado!
ANA.─¡Está en el cielo, adonde tú no irás jamás!
GLOCESTER.─¡Que me agradezca, pues, el haberlo enviado a él! Había nacido para el cielo más que para la tierra.
ANA.─¡Y tú has nacido para el infierno!
GLOCESTER.─O para otro lugar; si queréis os lo diré.
ANA.─¿Para una cárcel?
GLOCESTER.─No. Para vuestro lecho.
ANA.─¡Que el insomnio habite la alcoba donde reposes!
GLOCESTER.─Así sería, señora, si reposase a vuestro lado.
ANA.─¡lo supongo!
Actor David Darrick
como Ricardo III, 1741 (grabado)
GLOCESTER.─Y yo estoy seguro de ello. Gentil lady Ana, terminemos ya con este excitante escarceo de nuestros ingenios y empleemos un método más serio. El autor de la prematura muerte de ambos Plantagenets, Enrique y Eduardo, ¿no es más censurable que el que no ha sido otra cosa que su instrumento?
ANA.─Tú has sido a la vez causa e instrumento de su desaparición.
GLOCESTER.─¡La causa fue vuestra belleza! ¡Vuestra belleza, que hasta en mi sueño  me subyugaba, hasta el punto de que hubiera matado al género humano por vivir una hora recostado en vuestro seno!
ANA.─¡A creerte, homicida, con mis uñas desgarraría la belleza de mis mejías!
GLOCESTER.─¡Mis ojos no sufrirían ese atentado a la belleza! No la destruiréis jamás, mientras yo esté presente. Ella me ilumina, como el sol alumbra el universo. ¡Es mi día y mi vida!
ANA.─¡Que una oscura noche entenebrezca tu día, y la muerte tu vida!
GLOCESTER.─¡No blasfemes contra ti misma, bella criatura; tu eres mi día y mi vida!
ANA.─¡Quisiera serlo para vengarme de ti!
GLOCESTER.─Querer vengarte de quien te idolatra es buscar una injusta querella.
ANA.─Es una querella justa y razonable querer vengarme del asesino de mi esposo.
GLOCESTER.─El que te ha privado de tu esposo quería procurarte otro mejor.
ANA.─¡Otro mejor no alienta sobre la tierra!
GLOCESTER.─¡Vive y os ama más de lo debido!
ANA.─¡Su nombre!
GLOCESTER.─Plantagenet.
ANA.─¡Era él!
GLOCESTER.─Un hombre que lleva el mismo nombre, pero preferible por su modo de ser.
ANA.─¿Dónde está?
GLOCESTER.─Aquí. (Lady Ana le escupe al rostro.) ¿Por qué escupes mi rostro?
ANA.─¡Ojalá fuera un mortal veneno!
GLOCESTER.─¿Saldría un veneno de sitio tan encantador?
ANA.─¡Jamás veneno alguno manchó reptil más inmundo! ¡Apártate de mi vista! ¡Tú inficionas mis ojos!
GLOCESTER.─¡Tus ojos, dulce señora, han inficionado los míos!
ANA.─¡Ojalá fueran basiliscos, para darte la muerte!
Ricardo III y Lady Anne
(Olivier y Claire Bloom)
GLOCESTER.─¡También lo quisiera yo, para morir aquí mismo, ya que en este instante me matan con muerte que me da la vida! ¡Tus ojos han hecho brotar de los míos amargas lágrimas, humillando sus miradas con llanto pueril! ¡Estos ojos no habían llorado jamás, ni aun cuando York, mi padre, y Eduardo oían desesperados los gritos de Rutland atravesado por la espada del negro Clifford; ni cuando tu valiente padre narraba como un niño la historia de la muerte del mío, deteniéndose veinte veces para suspirar y gemir, hasta el punto de que los que le escuchaban vertían más lágrimas que un árbol empapado por la lluvia ¡En esta época de tristezas, mis ojos varoniles menospreciaban una humilde lágrima! ¡Pues bien, el llanto que no lograron hacer brotar aquellos pesares corre hoy provocado por tu belleza, hasta el punto de cegarme! ¡Jamás supliqué a amigo ni enemigo; jamás mis labios aprendieron una palabra de cariño! Hoy soy esclavo de tu belleza. ¡Mi orgulloso corazón suplica y me obliga a hablar! (Ana le contempla con desprecio.) No enseñes a tus labios a mostrarse tan esquivos. Han sido hechos para besar y no para desdeñar. ¡Si tu vengativo corazón no puede perdonar, toma esta espada de aguzada punta y, atraviesa este pecho sincero y arrebatado de él el alma que te adora! ¡Ofrezco mi desnudo seno a tu golpe mortífero; de rodillas te suplico me des la muerte! (Descubre su pecho, que Ana amenaza con la espada.) ¡No te detengas! ¡Yo he matado al rey Enrique! ¡Pero la culpa fue de tu belleza! ¡Decídete! ¡Yo apuñalé al joven Eduardo! (Ana dirige de nuevo la espada contra el pecho de Glocester.) ¡Pero tu celeste imagen me dio el valor necesario! (Ana deja caer la espada.) Recoge esa espada o dame la mano para levantarme.
ANA.─¡De pie, hipócrita! ¡Yo deseo tu muerte, pero no quiero ser tu verdugo!
GLOCESTER.─Entonces, ordéname morir y obedeceré.
ANA.─Ya te lo he ordenado.
GLOCESTER.─Sólo dabas oídos a tu cólera. ¡Ordénamelo otra vez, y acto seguido esta mano, que por amor a ti ha dado muerte a tu amante, por amor a ti matará a un amante más sincero! ¡Tú serás cómplice de la muerte de ambos!
ANA.─¡Oh! ¡Si pudiese leer en tu corazón!
GLOCESTER.─Mis palabras traducen sus sentimientos.
ANA.─Temo que tus palabras y tu corazón mientan.
GLOCESTER.─Entonces, no hay hombre veraz.
ANA.─Sea. Recuperad vuestra espada.
GLOCESTER.─¿Hacemos las pases?
ANA.─Ya lo sabréis más tarde.
GLOCESTER.─¿Puedo vivir con tal esperanza?
ANA.─Los humanos viven de esperanzas.
GLOCESTER.─Dignaos poneros este anillo.
ANA.─Recibir no es dar.

(Se pone el anillo)

Al Pacino como Ricardo III (1996)
GLOCESTER.─¡Mira cómo ciñe tu dedo ese anillo! Ahí está sujeto en tu seno mi pobre corazón. ¡Tómalos ambos, los dos son para ti! ¡Y si tu esclavo, fiel e infeliz, puede lograr otro favor de tu generosidad, habrás asegurado su dicha para siempre!
ANA.─¿De qué favor se trata?
GLOCESTER.─Que, os dignéis dejar el cuidado de estos tristes deberes a quien está más indicado que vos para presidir un duelo, mientras vais a descansar a Crosby-Place. Cuando se haya dado sepultura solemnemente a este noble rey  en el monasterio de Chertsey y riegue yo su tumba con mis lágrimas de arrepentimiento, iré a reunirme con vos en Crosby-Place para presentaros mis respetos. Por varias razones secretas, os suplico que me concedáis esta gracia.
ANA.─Grande es la alegría que experimenta mi razón al veros tan arrepentido. Tressel y Berkley, acompañadme.
GLOCESTER.─¿No me diréis adiós?
ANA.─Es más de lo que mereces. Pero puesto que me enseñáis el modo de adular, imaginaos que os lo he dicho ya.

[“Ricardo III”: William Shakespeare. Edición RBA Coleccionable, Barcelona, año 2010. Traducción R. Martínez Lafuente.]

NOTAS:

Ricardo III
- Shakespeare escribió el drama de Ricardo III sobre la base de fuentes documentales que tomaban partido a favor de uno de los bandos que se vieron involucrados en la llamada “Guerra de las Rosas” ocurrida entre 1455 y 1487,  que enfrentó a la casa de los Lancaster (cuyo símbolo era la rosa roja) y la de los York (cuyo símbolo era la rosa blanca) por la posesión del trono de Inglaterra. Por ello, el drama refleja el punto de vista de los Lancaster respecto de la persona y gobierno de Ricardo III -Duque de Glocester, de la casa de York- con el que se quiso socavar su imagen como su trascendencia histórica, presentándolo como un ser despreciable tanto en lo físico y en lo moral. Ese punto de vista abarcó incluso el matrimonio de Ricardo III con Lady Ana, quien previamente estuvo casada con Eduardo, príncipe de Gales, hijo de Enrique VI rey perteneciente a la Casa de la Rosa Roja que perdió el trono en manos de los hermanos de Ricardo, a los que, además, se les atribuye la muerte de ambos. La intención de esas fuentes era colocar a Lady Ana como una víctima de la capacidad diabólica de Ricardo (según la obra luego de poseerla la asesina), que a pesar del rechazo que ella manifiesta hacia él, termina cediendo engatusada por sus palabras. Para los apologistas de los Lancaster, Ricardo era el mismo demonio, lo que explicaría  por qué la dama terminó uniéndose al “enemigo”.

Escudo de Armas de
Ricardo III
- Lo cierto es que entre el drama y la realidad hay enorme diferencia. En lo que se refiere al físico de Ricardo III o duque de Glocester, se afirma, por parte de científicos que no era jorobado sino que padecía de escoliosis, una desviación de la columna que figura una suerte de “S”.

En cuanto a Lady Ana, esta era prima hermana de Ricardo, hija de Richard Neville, conde de Warwick, hermano de Cecilia Neville, la duquesa de York, madre de Ricardo. Ana y Ricardo fueron muy unidos durante su infancia.

Cuando Ana tenía 14 años de edad, fue prometida en matrimonio por su padre al hijo del rey Enrique VI, Eduardo, príncipe de Gales, lo que representó una traición para los York. Ana se abría casado con Eduardo en diciembre del año 1470, seis meses antes que este encontrara la muerte en la batalla de Tewskebury (mayo de 1971). Ricardo afanosamente trato de recuperar la amistad y conquistar el amor de Ana, no solo motivado por un verdadero amor, sino también, por el afán de poseer las tierras que Ana recibió de su madre como herencia. Ana y Ricardo se casaron en la abadía de Westminster en julio de 1472 y procrearon un hijo, al que le dieron el nombre de Eduardo. A la coronación de Ricardo como rey, Ana fue coronada a su vez como reina de Inglaterra, mientras que el hijo de ambos recibió el título de príncipe de Gales. El joven príncipe murió a la edad de 10 años (1483).

Ana Neville, Lady Anne
Ana falleció a la edad aproximada de 28 años, víctima de tuberculosis, en marzo de 1485. Su cadáver se encuentra sepultado en la abadía de Westminster.

- Los Lancaster y los York, pertenecían a la Casa de Plantagenet, cuya cabeza o tronco común fue el rey Eduardo III. La Casa de Plantagenet se mantuvo en el trono de Inglaterra hasta el momento que la lucha entre los Lancaster y los York (Guerra de las Rosas) los debilitó tanto que prácticamente despareció a ambas familias, permitiendo el acceso al trono de Enrique VII (Enrique Tudor), miembro ilegítimo de los Lancaster, que se casó con una sobrina de Ricardo, Isabel de York. Este matrimonio finalmente unió a los Lancaster con los York, sin embargo, en su reinado Enrique VII mandó ultimar a cualquier heredero de esas casas para constituir una nueva dinastía, la de los Tudor.

- En la película “The Goodbye Girl” (año 1977, dirigida por Herbert Ross) el personaje Elliot Grarfield (interpretado por Richard Dreyfuss) plantea la tesis según la cual, todas las pillerías que se le achacan a Ricardo III, tuvieron como única finalidad poder “cepillarse a Lady Ana”.

"Tourdion" fue una danza popular de mediados del siglo XV en el Ducado de Borgoña, Francia, uno de los Estados más importantes de la Europa medieval. Los duques borgoñeses incentibaron la música contratando compositores, cantantes e instrumentistas a los cuales permitían salir a brindar su arte en otras partes de Europa, por lo que la escuela de Borgoña se hizo muy popular en toda Francia y en Roma, Alemania e Inglaterra.


Cuando bebo clarete,
Yo solo giro, giro, giro, giro,
Así que ahora bebo Anjou o Arbois
Vamos a cantar y beber, ir por la botella antes de hacer la guerra,
Cantar y beber, amigos, beber!
-Tourdion, Siglo XV- 

- “N.I.B.” es una canción escrita por Geezer Buttler que es considerada como la primera canción de amor “metalera”. Trata la historia de cuando el diablo se enamora. Grabada en 1969, apareció en el primer álbum de la banda británica Black Sabbath de febrero de 1970.

Unas personas dicen que mi amor no puede ser verdadero
Por favor créeme, mi amor, y te mostraré
Te daré esas cosas que pensaste irreales
El sol, la luna, las estrellas todo lleva mi sello
Ahora te tengo conmigo, bajo mi poder
Nuestro amor crece más fuerte ahora con cada hora
Mira en mis ojos, verás quien soy
Mi nombre es Lucifer, por favor toma mi mano
-N.I.B., Black Sabbath-

- “Roller” es una canción que pertenece al sétimo álbum de la banda canadiense April Wine titulado First Glance, del año 1978. La canción contiene la característica que la banda comenzó a utilizar desde el ingreso de un tercer guitarrista en la conformación, Brian Greenway: el contrapunto de tres guitarras (con Myles Goodwyn -también en la voz- y Gary Moffet).

La gente trata de advertirle que es una locura
No oye una sola palabra de lo que le dicen, si  
Díganles a todos los chicos que se preparen
Porque ella está dándolo todo
Ella es una rodadora…
-Roller, April Wine-

Soundtrack:
Tourdion (Siglo XV): Arany Zoltán (2010)
N.I.B.: Black Sabbath (1969)
Roller: April Wine (1978)

Concepto, introducción y notas:
MAX MARRUFFO S.

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