A la memoria de mi padre
“La carretera 66 es la ruta principal de
emigración. La 66, el largo sendero de asfalto que atraviesa el país, ondulando
suavemente sobre el mapa, de Mississipi a Bakersfield, por las tierra rojas y
las tierra grises, serpenteando montaña arriba hasta cruzar las cumbres,
siguiendo luego por el deslumbrante y terrible desierto hasta atravesarlo,
alcanzar la nueva cordillera y llegar a los ricos valles de California.
La 66 es la ruta de la gente en fuga,
refugiados del polvo y de la tierra que merma, del rugir de los tractores y la
disminución de sus propiedades, de la lenta invasión del desierto hacia el
norte, de las espirales de viento que aúllan avanzando desde Texas, de las inundaciones
que no traen riqueza a la tierra y le roban la poca que pueda tener. De todo
esto huye la gente y van llegando a la 66 por carreteras secundarias, por
caminos de carros y por senderos rurales trillados. La 66 es la carretera madre, la ruta de la huida”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Cap. 12.
Con estos párrafos iniciales pertenecientes al
capítulo 12 de la novela Las Uvas de la Ira, John Steinbeck describe a la Ruta 66 (Route 66), carretera por la que a comienzos de la década de los
30’s del siglo pasado su personaje Tom Joad y su numerosa familia, a bordo
de un camión destartalado, huyeron -con dirección a California- de los estragos de la sequía y tormentas de tierra que
han asolado los maizales de Oklahoma
y de la miseria en que los ha sumergido la feroz política de mecanización del
campo, que para rematar, dejó a miles de familias, como la suya, sin hogar, sin
trabajo, sin sustento.
Trazo de la Ruta 66 en rojo |
La Ruta 66
fue una larga carretera que unía el Este
con la Costa Oeste de los Estados
Unidos, desde Chicago a Los Angeles, y por la cual se desplazaron millones de personas, desde uno y
otro lado, con fines y anhelos diversos, en busca de mejores condiciones de
vida, de placer, de aventura, de búsqueda y de encuentro personal. Por ello se
le conoció como la Calle principal de América y alcanzó, a través de sus casi
sesenta años de existencia, la condición de ícono de la cultura americana del
siglo XX, pudiendo ser su evocación alegre o dolorosa, como en el caso de la
novela Las Uvas de la Ira.
El trazado y construcción de la legendaria carretera
se debe a Cyrus Abery, que junto a
otros empresarios de los estados de Oklahoma e
Illinois plantearon al gobierno federal de los Estados Unidos la necesidad de
una vía, distinta a la del ferrocarril transcontinental, por donde se pueda
desplazar personas y mercaderías de una costa a otra, y que debía pasar por una
serie de poblados y ciudades que representaban los puntos principales del flujo
comercial de principios de los años 20, vía carrozable que debía integrarse a
la incipiente Red de Carreteras Federales de Estados Unidos (instaurada en
1926).
La inauguración de la ruta -que recibió el número 66 ha pedido del propio Cyrus Abery- se llevó a cabo el 11 de noviembre de 1926 y llegaría a
tener una longitud de cerca de 4,000
kilómetros tras cambios y mejoras en su trazado. A ella se unirán otras
vías de la Red Federal y una serie de carreteras secundarias que provenían del
Este, del Sur y del Medio Oeste:
“Clarksville
y Ozark, Van Burren y Forth Smith están en la 64, que llega a un extremo de
Arkanzas. Y todas las carreteras pasan por Oklahoma City, la 66 que viene de
Tulsa, la 270 que sube desde McAlester. La 81 desde Wichita Falls al sur, hasta
Enid al norte. Edmond, McLoud, Purcell. La 66 sale de Oklahoma City; el Reno y
Clinton, hacia el oeste siguiendo la 66. Hydro, Elk City y Texola; allí acaba
Oklahoma. La 66 atraviesa el Panhandle de Texas Shambrock y Mclean, Conway y
Amarillo, Wildorado y Vega y Boise, y termina Texas. Tucumcari y Santa Rosa,
por las montañas de Nuevo México hasta Alburquerque, a donde llega la carretera
después de pasar por Santa Fe. Luego siguen las gargantas del Río Grande hasta
Los Lunas y más hacia el oeste por la 66 hasta Gallup y la frontera de Nuevo México.
Entonces vienen las altas montañas, Holbrook, Winslow y Flagstaff, en las altas
montañas de Arizona. Después la extensa altiplanicie ondulante como un oleaje
terrestre. Ashfork y Kingman y de nuevo montañas de piedra donde el agua hay
que acarrearla y se vende. Pasadas las montañas de Arizona, podridas por el
sol, se llega a las riberas pobladas de cañas verdes del Colorado y allí
termina Arizona. La otra orilla del río es California, que empieza con una
bonita ciudad, Needles, a la orilla del río. Pero aquí el río es un extraño.
Hacia el norte y tras una pradera abrasada está el desierto. Y la 66 continúa
por el terrible desierto, donde la distancia reluce y en el centro las montañas
negras cuelgan de forma imposible en la lejanía. Finalmente se llega a Barstow
y sigue el desierto hasta que por fin vuelven a elevarse las montañas, las
buenas montañas, y la 66 serpentea a través de ellas. De pronto un paso y al
pié un hermoso valle, huertas y viñedos y casitas, y a lo lejos una ciudad, y
¡oh, Dios mío!, hemos llegado”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Cap. 12.
La Ruta 66
atravesó los estados de Illinois,
Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo Mexico, Arizona y California. La ciudad de Chicago en Illinois -lugar de inicio de la ruta- a su vez estaba conectada con
otras carreteras que provenían de la Costa Este. Se puede decir entonces, que
la vía unió los Estados Unidos de costa a costa.
Su pavimentación concluyó en 1938, por lo que durante más de diez años tuvo tramos que solo eran
pista afirmada. También para esa fecha se mejoró ciertos puntos peligrosos y comenzó
a moverse, de su trazado original, hacía tramos rectos que ahorrarían tiempo a
los viajeros y a circunvalaciones o desvíos que permitían el recorrido fuera de
los centros urbanos de ciudades con gran densidad poblacional y tráfico
vehicular.
El trazo de la Ruta
66 permitió que muchos lugares naturales e históricos de la unión americana
estén más al alcance del turismo. La 66
pasaba cerca del Gran Cañón del Colorado y de Meteor Crater (ambos en Arizona).
El desierto de Mojave, puerta de entrada a California viniendo del Este |
El “terrible desierto” al que hace referencia Steinbeck es el desierto de Mojave,
puerta de entrada a California
cuando se viene por el Este. Según Xavier Moret en su libro América América, viaje por California y el
Far West (ediciones Península,
Barcelona, 2001) el desierto de Mojave es negación
de la vida misma y el tramo donde la Ruta
66 adoptaba su cara más dura. Moret reflexiona que es difícil imaginar la
vida de los inmigrantes al atravesar esta zona en los 30’s, antes de la
construcción de la autopista I-40 (que dejó fuera de servicio a la Ruta 66) que hoy en día permite hacerlo
a una velocidad de 120 kilómetros por hora.
“Dicen que hay que cruzar el río
Colorado y luego viene el desierto. Lleva cuidado con él, que no te quedes
colgado por avería. Lleva agua en cantidad por si os quedáis detenidos.
Yo lo voy a pasar de noche.
Yo también.
Pasar durante el día es una locura.
…
El camión cogió la carretera y subió la
larga colina, a través de roca quebrada y podrida. El motor hirvió al poco rato
y Tom disminuyó la velocidad y condujo con calma. Cuesta arriba, serpenteando y
retorciéndose en medio de una tierra muerta, quemada, blanca y gris, en la que
no había ni el más ligero rastro de vida. En una ocasión Tom se detuvo durante
unos minutos para que el motor se enfriara, y luego continuó. Coronaron el paso
mientras el sol aún estaba alto y contemplaron el desierto al pie…: montañas de
ceniza negra en la lejanía y el amarillo sol reflejándose en el desierto gris.
Los arbustos pequeños y raquíticos, salvia y tomillo, proyectaban sombras
osadas sobre la arena y pedazos de roca. El deslumbrante sol estaba enfrente.
Tom hizo una visera con la mano para poder ver. Pasaron la cima y bajaron en
punto muerto para que el motor se enfriara. Se deslizaron por la larga cuesta
hasta llegar al suelo desierto y el ventilador giró para enfriar el agua del
radiador. En el asiento del conductor, Tom, Al, Padre, y Winfield en sus
rodillas, contemplaron el luminoso sol poniente, con ojos pétreos, y los
semblantes morenos estaban húmedos por la transpiración. La tierra abrasada y
las colinas negras y cenicientas interrumpían la distancia uniforme, haciéndola
parecer terrible a la luz rojiza del sol que se ocultaba.
Al exclamó:
- ¡Dios,
menudo sitio! ¿Y si tuvieras que cruzarlo a pie?”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Caps. 17 y 18.
La Ruta 66 fue transitada por oleadas humanas en diversas
circunstancias durante toda su existencia.
Gente de Oklahoma arribando a California |
A comienzos de la década de
1930, tras el crack de la bolsa de
New York, miles de habitantes de la zona cercana al Medio Oeste de los Estados
Unidos (Oklahoma, Kansas, Missuri), en su mayoría dedicados al trabajo agrícola
en tierras de las que sólo eran arrendatarios, se vieron afectados no solo por
las terribles tormentas de tierra y polvo que cubrieron por días el cielo tras
una mortal sequía que mató el sembrío, sino también, por la política de
mecanización del trabajo que implementaron los bancos, nuevos dueños de la
tierra en virtud de la ejecución de hipotecas que sus anteriores propietarios
no pudieron cumplir tras el evento natural y la crisis económica.
Paulatinamente, los campos de la región fueron concentrándose en pocas manos.
Las nuevas enormes propiedades se destinaron al cultivo de un determinado
producto cuando antes, en un espacio más pequeño, se sembraba una variedad de
especies. Con el fin de abaratar costos, reducir la mano de obra interviniente
y sacar mayor provecho, el tractor reemplazó al hombre trazando surcos. De
pronto los vastos campos no eran otra cosa que largas líneas que se perdían en
el horizonte. Las casas de los aparceros o arrendatarios fueron derribadas al
paso de los tractores, las familias que las habitaron se vieron sin un techo
donde vivir, la falta de trabajo de la tierra de la que fueron expulsados los
dejó sin el sustento diario. De noche a
la mañana se vieron en la más absoluta miseria.
“Los
tractores vinieron por las carreteras hasta llegar a los campos, igual que
orugas, como insectos, con la fuerza increíble de los insectos. Reptaron sobre
la tierra, abriendo camino, avanzando por sus huellas, volviendo a pasar sobre
ellas, Tractores Diesel que parecían no servir para nada mientras estaban en
reposo y tronaban al moverse, para estabilizarse después en un ronroneo.
Monstruos de nariz chata que levantaban el polvo revolviéndolo con el hocico,
recorrían en línea recta el campo, atravesándolo, a través de las cercas y de los
portones, cayendo y saliendo de los barrancos sin modificar la dirección. No
corrían sobre el suelo, sino sobre sus propias huellas, sin hacer caso de las
colinas, los barrancos, los arroyos, las cercas ni las casas.
…
Los estados
del oeste, nerviosos ante el cambio que comienza. Texas y Oklahoma, Kansas y
Arkansas, Nuevo México, Arizona, California. Una familia expulsada de su
tierra. Padre pidió el dinero prestado al banco y ahora el banco reclama la
tierra. La compañía de tierras -es decir el banco cuando posee la tierra- no
quiere familias para trabajarlas, quiere tractores. ¿Es algo malo un tractor?
¿No es buena la energía que abre los largos surcos? Si el tractor fuera
nuestro, sería algo bueno, no mío, sino nuestro. Si nuestro tractor abriera los
surcos de nuestra tierra, sería bueno. No de mi tierra, sino de nuestra tierra.
Entonces podríamos amar ese tractor igual que amamos esa tierra cuando era
nuestra. Pero el tractor hace dos cosas: remueve la tierra y nos expulsa de
ella. Apenas hay diferencia entre el tractor y un tanque. Los dos empujan a la
gente, la intimidan y la hieren. Hemos de pensar en esto”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Caps. 5 y 14.
Going to California |
Paralelo a ésta situación,
en el Oeste, grandes empresas agrícolas y medianos propietarios, habían
sistematizado el trabajo en el campo, los cuales se dedicaban, sobre todo, al
cultivo de frutas y algodón; todos ellos se habían asociado a fin de establecer
formas de producción, trabajo y explotación que sea rentable con el mínimo
costo posible. Era una forma que les permitía afrontar y salir de la crisis
económica a costa de otros. Una política desalmada. Estos empresarios hicieron
correr -en los estados del Sur y el Medio Oeste- millares de millares de
volantes ofreciendo trabajo y buena remuneración en los campos de California,
posibilidades de progreso y sobre todo vivienda y alimentación. Una carnada
provocativa para miles de hambrientos sin hogar. Era un engaño. Lo que se
buscaba era atraer la mayor cantidad de gente posible de tal manera que, una
vez congregados ante un determinado
campo so pretexto de necesitarse mano de obra para una cosecha, era tal la
cantidad de personas ansiosas de trabajar, que se le ofrecía a cada hombre una
paga inferior a la habitual que con las justas le permitiría comer algo a su
familia y a él. El hambre, la necesidad les obligaba aceptar, pero mientras más
estaban dispuestos a hacerlo, la paga ofrecida bajaba.
Esa realidad la desconocían
las miles de familias que salían a la carretera rumbo al Oeste a bordo de
destartalados carros, cargando con todo lo que podían de su destruido hogar. A
medida que avanzaban por la 66 a su
destino en California, iban
conociendo historias desesperanzadoras que aguaban sus sueños de prosperidad,
pero por increíble que parezca, seguían adelante con la idea que con ellos la
suerte iba a ser distinta. Y los volantes sin compasión o lástima, se seguían
repartiendo por Oklahoma, Kansas, Missuri y demás estados por los que
atravesaba la Ruta 66.
La oferta de fuerza laboral exedió la demanda |
Por aquel entonces todos
iban en una sola dirección, hacia el Oeste. Millares de carros viejos,
modificados como camiones, algunos arrastrando un remolque, muchos quedarían
abandonados en el camino ya que sus motores o neumáticos no resistieron. Todos los
días y a cada hora caravanas interminables de vehículos pasaban por pueblos y
ciudades atravesados por la Ruta 66.
Todos los días y a cada hora, los viajantes buscaban en aquellos pueblos o
ciudades comida y agua que pagaban con las pocas monedas dispuestas para todo
el trayecto. Muchos buscaban conseguir repuestos de vehículos siniestrados con
los que reparar las averías ocurridas durante el viaje. Estas necesidades
motivaron que comience a instalarse comercios de todo tipo, restaurantes,
gasolineras, talleres de reparación y venta de autos o repuestos usados,
chatarra en general, que terminaron de esquilmar a los pobres peregrinos
haciéndolos muchas veces víctimas de estafas.
Muchos quedaron en el camino |
“En los
pueblos, a las afueras de las ciudades, en los campos, en solares vacíos,
aparecían almacenes de coches de segunda mano, de restos de piezas de
automóviles, garajes con anuncios: Coches de segunda mano, coches usados en
buen estado; Transporte barato, tres camiones; Ford de 1927 en perfecto estado;
Coches revisados, coches con garantía; Radio gratis; Coche con cien galones de
gasolina incluidos; Pase y vea; Coches de segunda mano; Sin gastos de
administración.
Bastaban un
solar y una casa en la que cupieran una mesa, una silla y un libro de cuentas,
un fajo de contratos, con los bordes carcomidos, sujetos con clips, y un montón
pulcro de contratos sin rellenar. Cuidado con las plumas, que estén siempre
llenas y listas para escribir; más de una venta se ha perdido por no tener a
punto una pluma.
Esos hijos de
puta de ahí no vienen a comprar. Cada almacén tiene su panda de mirones. Se
pasan todo el tiempo mirando, pero no vienen a comprar un coche, sino a
hacernos perder el tiempo. A ellos nuestro tiempo les importa un comino. Allí,
aquellos dos… no, los que van con los niños. Mételos en un coche. Empieza por
doscientos y baja desde esa cifra. Creo que por ciento veinticinco se lo
quedan. Consigue que se interesen. Que salgan de aquí en uno de esos cacharros.
Que se lo lleven, bastante tiempo les hemos dedicado.
…
Mira Jim, he
oído el ruido que hace la parte trasera de ese Chevrolet: suena igual que
vidrios rotos. Métele un par de kilos de serrín y pon otro poco en los
engranajes también. Tenemos que quitarnos de en medio ese birria por treinta y
cinco dólares. Se lo compré a un cabrón que me timó. Le ofrecí diez, consiguió
subir hasta quince y entonces el hijo de puta fue y sacó las herramientas de
detrás. ¡Dios Todopoderoso! Ojalá tuviese quinientos cacharros. Esto no va a
durar. ¿No le gustan los neumáticos? Dile que no llevan más de diez mil y
rebájale un dólar y medio.
…
Escucha el
motor, presta atención a las ruedas. Escucha con los oídos, con las manos en el
volante, con la palma de la mano en el cambio de marchas, con los pies en las
tablas del suelo. Escucha el golpeteo del viejo cacharro con los cinco
sentidos; fíjate en un cambio de tono, en una variación del ritmo que puede
significar… ¿una semana aquí parados? Esa vibración son las válvulas. Eso no es
nada. Las válvulas pueden vibrar hasta el día del juicio sin que pase nada.
Pero ese ruido sordo que hace el coche al moverse…; no es que lo oiga…, es como
sí solo lo sintiera. A lo mejor el aceite no llega a algún sitio. Quizá los
cojinetes empiezan a fallar. Por Dios, si se trata de un cojinete, no sé lo que
vamos a hacer. El dinero se nos va muy deprisa.
…
Debemos comprar un neumático, pero, por Dios cobran mucho por una rueda vieja. Te miran de arriba abajo. Saben que tenemos que seguir adelante, que no podemos esperar. Y el precio sube.
Debemos comprar un neumático, pero, por Dios cobran mucho por una rueda vieja. Te miran de arriba abajo. Saben que tenemos que seguir adelante, que no podemos esperar. Y el precio sube.
Tómelo o déjelo. Yo no trabajo por amor
al arte. Vendo neumáticos, no los regalo. Yo no puedo evitar lo que le ha
pasado a usted. Tengo que pensar en mí mismo.
¿A cuánto está la próxima ciudad?
Ayer vi pasar
cuarenta y dos coches como el suyo. ¿De dónde salen todos ustedes? ¿A dónde
van?
…
A lo largo de
la carretera 66 proliferan las hamburgueserías: Al and Susy’s Place, Carl’s
Lunch, Joe and Minnie, Will’s Eats. Barracadas de madera. Dos surtidores de
gasolina delante, una puerta de tela metálica, una larga barra, taburetes y una
barra para los pies a lo largo del mostrador. Cerca de la puerta tres máquinas
tragaperras, mostrando a través del cristal la riqueza en monedas de cinco
centavos que prometen tres barras. Y junto a ellas el fonógrafo que funciona
con cinco centavos, con los discos amontonados como pasteles, dispuestos a caer
sobre el plato y hacer sonar música bailable. «Ti-pi-ti-pi-tin», «gracias por
el recuerdo», Bing Crosby, Benny Goodman. En un extremo del mostrador un
recipiente tapado; pastillas dulces para la tos, sulfato de cafeína
llamado «sin sueño», «para no dormir»;
caramelos, cigarrillos, cuchillas de afeitar, aspirinas, bromoseltzer, Alkaseltzer.
Las paredes decoradas con pósters, chicas en bañador, rubias de grandes pechos
y caderas esbeltas y rostros de cera, con trajes de baño blancos, que sujetan
una botella de Coca-Cola al tiempo que sonríen: vea lo que puede tener con
Coca-Cola…”.
…
Un Nash de 1926 salía de la carretera
pesadamente. El asiento trasero estaba tapado casi hasta arriba con sacos,
ollas y sartenes, y encima de todo iban niños aplastados contra el techo. Sobre
el coche había un colchón y una tienda de campaña plegada; los palos de la
tienda iban atados a los estribos. El coche se estacionó junto a los surtidores
de gasolina. Un hombre de pelo negro y el rostro como cortado con un hacha se
apeó lentamente, y los dos críos resbalaron por la carga hasta llegar al suelo.
Mae rodeó la barra y se quedó en la
puerta. El hombre llevaba pantalones grises de lana y una camisa azul,
oscurecida por el sudor en la espalda y bajo los brazos. Los niños llevaban
sólo unos monos, andrajosos y remendados. Tenían el pelo claro, de punta todo
alrededor de la cabeza, casi cortado a cero. En el rostro mostraban churretes
de polvo. Fueron directamente al charco barroso bajo la manguera y enterraron
los pies en el barro.
El hombre preguntó:
-¿Podemos coger agua, señora?
Un gesto de irritación cruzó el rostro
de Mae.
-Claro, sírvanse -habló quedamente por
encima del hombro-. Voy a vigilar la manguera -clavó la vista en el hombre mientras éste desenroscaba la
tapa del radiador y metía la manguera.
La mujer, que se había quedado en el
coche, de cabello muy rubio, dijo:
-Mira a ver si lo puedes comprar aquí.
El hombre cerró el grifo de la manguera
y volvió a colocar el tapón. Los chiquillos se apoderaron de la manga,
apuntaron hacia abajo y bebieron sedientos. El hombre se quitó el sucio
sombrero negro y se quedó, con una curiosa humildad, delante de la puerta.
-¿Nos haría el favor de vendernos una
barra de pan, señora?
-Esto no es una tienda de comestibles
-dijo Mae-. Tenemos el pan para hacer bocadillos.
-Lo sé, señora -insistía con humildad-.
Necesitamos pan y nos han dicho que no hay ningún sitio más hasta bastante más
lejos.
-Si le vendemos pan, nos va a faltar -el
tono de Mae comenzaba a ser vacilante.
-tenemos hambre -dijo el hombre.
-¿Por qué no compran bocadillos? Los
tenemos muy buenos, de hamburguesa.
-Nos encantaría poder hacerlo, señora.
Pero no podemos. Tenemos que comer todos por diez centavos -y añadió
avergonzado-: Tenemos muy poco dinero.
-No puedes comprar una barra por diez
centavos. Sólo tenemos de quince -dijo Mae.
Al gruñó a su espalda.
-Por Dios, Mae, dales el pan.
-Nos vamos a quedar sin pan antes de que
llegue el camión.
-Bueno, pues
que falte, maldita sea -dijo Al. Y miró osco la ensalada de patata que estaba
preparando. Mae encogió sus hombros regordetes y miró a los camioneros para
mostrarles por lo que tenía que pasar”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Caps. 7, 12 y 15.
A pesar de narrar con crudeza la triste realidad del vía crucis auto-impuesto por quienes
huían de los efectos de la Gran Depresión,
Steinbeck no despotrica de la ruta,
sino más bien la nombra como carretera madre.
Nacido en el pueblo de Salinas - estado de California-
el 27 de febrero de 1902, John Ernst
Steinbeck Jr. un mil oficios de
adolescente y de joven un alumno echado a perder de la Universidad de Stanford,
se abocó a la escritura inclinándose por los problemas sociales de su época,
sobre todo de los trabajadores del campo y los inmigrantes. Antes de su obra
cumbre, Las Uvas de la Ira, publicó: Las praderas del cielo (1932), A
un Dios desconocido (1933), Tortilla
Flat (1935), Una vez hubo una guerra (1936)
y La fuerza bruta (1937), todas,
obras acerca de granjeros, braceros, inmigrantes mexicanos.
Las Uvas de la Ira se publicó en 1939 y aborda
el tema de la emigración de campesinos de estados del Sur y del Medio Oeste
hacia California que han perdido sus hogares, tierras y trabajo a causa de la
crisis económica, desastres naturales y cambios en la forma de tenencia y
trabajo de la tierra. Cuando inicié la lectura de este libro pronto se me vino
a la mente una obra que trata una diáspora similar, la de los habitantes de una
comunidad indígena en los andes peruanos, aunque ficticia: El Mundo es Ancho y Ajeno, del
escritor peruano Ciro Alegría. En estas dos obras, las personas habituadas a su
medio y entorno, a su forma rutinaria de vida, de un momento a otro se ven
expulsadas de sus hogares y de sus trabajos; y luego de haber formado parte de
un grupo humano cohesionado, deben dispersarse en busca de una nueva vida,
aunque a desgano, en contra de su voluntad.
Las Uvas de la Ira es una crítica abierta,
nada soterrada, al sistema económico capitalista, a la deshumanización de los
dueños de los medios de producción, al egoísmo y la falta de solidaridad. Los Joad
y los demás emigrantes, camino a
California, han dejado de ser ciudadanos estadounidenses y se han convertido en
“Okies”.
“¿Okie? -preguntó Tom-. ¿Qué es eso?
- Antes
significaba que eras de Oklahoma. Ahora quiere decir que eres un cerdo hijo de
perra, que eres una mierda. En sí no significa nada, es el tono con que lo
dicen. Pero yo no les puedo explicar nada, tienen que estar allí. He oído que
hay trescientas mil personas como nosotros, que viven como cerdos porque en
California todo tiene propietario. No queda nada libre. Y los propietarios se
van a agarrar a sus posesiones aunque tengan que matar hasta el último hombre
para conservarlas. Tienen miedo y eso los pone furiosos. Ya lo verán. Ya lo
oirán. Es la puñetera tierra más hermosa que haya visto, pero su gente no les
tratará bien. Tienen tanto miedo y están tan preocupados que ni siquiera se
tratan bien entre ellos”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Cap. 18.
Tormenta de tierra (Dust Bowl) en el medio oeste de EE |
Escrita sobre la base de artículos periodísticos del
propio Steinbeck, publicados en el San Francisco Chronicle, el año 1936, Las Uvas de la Ira tiene
como personajes principales a Tom Joad y su familia: Padre, Madre, el Abuelo, la Abuela, el tío
John; sus hermanos Noah, Al, Rose of Sharom (Rosasharn), Ruthie y Winfield. Tom es un joven lleno de
vida no obstante ha pasado cuatro años en la cárcel por matar a un hombre en
defensa propia. La cárcel no lo ha marcado. A veces impulsivo sabe mantener una
conversación y escucha. Tiene muchas ganas de reincorporarse a su hogar pero
desconoce la situación en la que se encuentra la familia. Durante el trayecto
por la Ruta 66 se percata de la mala
actitud que tienen las autoridades y algunas gentes contra los “Okies”. Le subleva el abuso y la
prepotencia y logra ser controlado por Madre,
quien constantemente le recuerda que su libertad está dada bajo palabra y
cualquier lío puede devolverlo a McAlister (lugar donde se encuentra la
cárcel). Poco tiempo después de haber llegado a California, tiene que dejar a
la familia luego de haber participado en una pelea en que matan a su amigo, el reverendo Casy, quien es calificado
como rojo (comunista) tan solo por
exigir mejor trato y mejor paga a favor de los braceros. Madre le advierte a Tom que lo pueden estar buscando. Tom
Joad representa el espíritu de lucha a favor de las causas sociales.
Henry Fonda como Tom Joad |
- Entonces no
importa. Entonces estaré en la oscuridad. Estaré en todas partes… donde quieras
que mires. Donde haya una pelea para que los hambrientos puedan comer, allí
estaré. Donde hay un policía pegándole a uno, allí estaré. Sí, Casy sabía, por
qué no, pues estaré en los gritos de la gente enfurecida y estaré en la risa de
los niños cuando están hambrientos y saben que la cena está preparada. Y cuando
nuestra gente coma los productos que han cultivado y viva en las casas que ha
construido, allí estaré, ¿entiendes? Dios, estoy hablando como Casy. Es por
pensar tanto en él. A veces me parece verlo”.
-Novela “Las Uvas de la Ira” Cap. 27.
Bruce Frederick Joseph
Springsteen (1949), conocido en el mundo de la música como Bruce Springsteen, en uno de esos giros musicales a los que está
acostumbrado y en los que muestra que sólo se deja llevar por sus impulsos
creativos y no por la intención de clavar un nuevo número uno, en 1995 grabó el
álbum acústico: The Ghost of Tom Joad, que si bien estuvo inspirado en la Las
Uvas de la Ira, fue una denuncia contra el trato dado a los inmigrantes
ilegales en los Estados Unidos de los años 90’s.
No obstante que en la grabación del álbum estuvo apoyado por una banda, la
gira promocional del disco se basó en presentaciones individuales de Bruce acompañado tan solo con su guitarra. En todos los locales de la gira hizo
colocar un cartel que exigía, a quien llegara tarde a los conciertos, que debía
esperar el momento adecuado para entrar a la sala. Además, Springsteen informaba a su público que las canciones del álbum se habían escrito en un ambiente
silencioso por lo que la mejor manera de escuchar los temas era en silencio,
pidiéndoles que, aún cuando tengan ganas, no canten o aplaudan.
Hombres caminando
siempre por las vías del tren
yendo a algún lugar de donde no volverán
Helicópteros de la Patrulla de Caminos viniendo a lo largo de la frontera
Sopa caliente en una fogata bajo el puente
La fila de refugiados se extiende volteando la esquina
Bienvenidos al nuevo orden mundial
Familias durmiendo en sus coches en el suroeste
No hay hogar sin trabajo, no hay paz sin descanso
La carretera está viva esta noche
Pero nadie está bromeando acerca de a dónde va
Yo estoy sentado aquí a la luz de una fogata
Buscando el fantasma de Tom Joad.
yendo a algún lugar de donde no volverán
Helicópteros de la Patrulla de Caminos viniendo a lo largo de la frontera
Sopa caliente en una fogata bajo el puente
La fila de refugiados se extiende volteando la esquina
Bienvenidos al nuevo orden mundial
Familias durmiendo en sus coches en el suroeste
No hay hogar sin trabajo, no hay paz sin descanso
La carretera está viva esta noche
Pero nadie está bromeando acerca de a dónde va
Yo estoy sentado aquí a la luz de una fogata
Buscando el fantasma de Tom Joad.
The Ghost of Tom Joad.
Steinbeck |
Notas:
- Las Uvas de la Ira fue galardonada con el premio Pulitzer el año 1940. Dicha obra fue mencionada constantemente en el discurso de entrega del premio Nobel de Literatura 1962 a John Steinbeck. En 1952, Steinbeck publicaría otra famosa novela que fue llevada luego a la pantalla cinematográfica: Al Este del Edén. Ese mismo año escribió el guión de la película ¡Viva Zapata! Antes, en 1940, se estrenó la película Las Uvas de la Ira, con la dirección de John Ford y la actuación de Henry Fonda como Tom Joad.
- Las Uvas de la Ira fue galardonada con el premio Pulitzer el año 1940. Dicha obra fue mencionada constantemente en el discurso de entrega del premio Nobel de Literatura 1962 a John Steinbeck. En 1952, Steinbeck publicaría otra famosa novela que fue llevada luego a la pantalla cinematográfica: Al Este del Edén. Ese mismo año escribió el guión de la película ¡Viva Zapata! Antes, en 1940, se estrenó la película Las Uvas de la Ira, con la dirección de John Ford y la actuación de Henry Fonda como Tom Joad.
- En los 40’s, cuando los
Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, la 66 fue la ruta de traslado de las tropas y material bélico. En los
50’s, fue el camino preferido por quienes iban a pasar el verano a la ciudad de
Los Angeles. En los 60’s sirvió para los viajes mágicos y misteriosos de los hippies, que convirtieron el hecho de
viajar en un fin en sí mismo.
- La Ruta 66 fue retirada de la Red de
Carreteras de los Estados Unidos cuando concluyeron las obras de
la Autopista Interestatal 40 (I-40)
en 1985, afectando la red de
comercios y servicios que por 60 años se asentaron a lo largo de su recorrido.
Del mismo modo, el cierre de la 66 provocó
que muchos pueblos cayeran prácticamente en el olvido. A partir de los 90’s se
han formado una serie de asociaciones que tienen el propósito de preservar los
tramos que aún quedan de la mítica ruta y los han convertido en puntos de
atracción turística, desarrollándose actividades que benefician también a los
pueblos por donde pasó. Actualmente se le denomina Histórica Ruta 66.
Soundtrack:
(Get Your Kicks On)
Route 66: Chuck Berry
Mercury Blues: Alan Jackson
On the Road Again: Willie Nelson
(Get Your Kicks On)
Route 66: Bing Crosby
& The Andrews Sisters
The Ghost of the Tom
Joad: Bruce Springteen
Against the Wind: Bob Seger & The Silver Bullet Band
(Get Your Kicks On) Route 66: The Rolling Stones
Para mayor información de estos temas ir: Fichero de canciones
Para mayor información de estos temas ir: Fichero de canciones
MAX MARRUFFO
S.