Quizá
el destino siempre quiso que George
Harrison mantenga un perfil bajo. Su muerte misma -29 de noviembre de 2001-
no tuvo un marco melodramático como la de otros héroes del rock’n’roll
(Hendrix, Joplin, Jones, Morrison, Bonham, Lennon, etc.). Como cualquier
persona común y corriente envejeció, enfermó y murió. Pero, como ocurre con un
amigo querido, su desaparición nos llenó de honda tristeza.
Y de
hecho, esto es lo que George siempre
buscó y agradeció, el respeto y la admiración moderada y franca, no el
fanatismo irracional y cómplice. Por ello, el haber muerto por causas naturales
no le debe haber desagradado en lo absoluto. El haber sido considerado el beatle
de atrás, menos.
Desde
su lecho de muerte, a través de Olivia -su mujer- transmitió a sus seguidores
un mensaje de despedida sin grandilocuencias ni aspavientos: “Amaos los unos a
los otros” el mensaje cristiano válido también para la fe que profesó con
fervor, la fe en Krishna.
De
haber muerto por una sobredosis, acribillado a balazos o asfixiado con su
vómito luego de una borrachera, difícilmente hubiera podido decir algo con
sentido, algo que trascienda, que nos llene y que nos permita darnos cuenta lo
grande que fue.
Harrison
era una persona muy inteligente, observadora, reflexiva, caustica,
profundamente espiritual y de muy buen sentido del humor.
Sin
él, la música de The Beatles hubiera tenido otra suerte. Es harto probable que
él supiera y fuera consiente del valor de su aportación. Por ello nunca le
molestó el protagonismo de sus compañeros. Sabía quién era.
En la
segunda etapa del cuarteto, sus canciones tuvieron la sensibilidad que iban perdiendo
las de John y Paul enfrascados en su lucha de egos.
Su
creatividad permitió para la música pop abrir rutas de experimentación con
sonidos del mundo.
Hoy,
que la posibilidad de ver reunido nuevamente al mejor grupo de rock’n’roll de
todos los tiempos es naturalmente nula, entre los beatlemaníacos se viene dando
una suerte de revisión al mensaje, a la música, al fenómeno, pues la historia
casi terminó. No queda mucho por esperar.
Y
esta revisión concluye siempre resaltando la figura de George Harrison, rescatándola, trayéndola hacia el frente,
alineándola con las de Lennon y McCartney, ya no más dejándola detrás de ellos.
Algo
de esto se materializa en las palabras de David Aames (Tom Cruise) el personaje
principal de la película Vanilla Sky. Tras reflexionar sobre su grupo musical
preferido termina confesando un secreto: "siempre mi favorito fue George".
Del
mismo modo, en I am Sam película con Seam Penn y Michelle Pfeiffer. Sam Dawson
(Penn), que adolece de retardo mental, con el propósito de alentar a la
desesperanzada abogada que patrocina su
causa (Pfeiffer), le cuenta que George
siempre se quejaba que no sabía escribir canciones y concluye: "pero terminó
escribiendo Here Comes the Sun". Ella
le responde: "¿Sabes? A mí siempre me gustó George".
Hoy, a mis 49 años, beatlemanìaco desde los 11, ya cónyuge y padre, en que mis alardes de revolucionario no han cejado pero si se han moderado, también digo: "Mi beatle favorito es George".
Hoy, a mis 49 años, beatlemanìaco desde los 11, ya cónyuge y padre, en que mis alardes de revolucionario no han cejado pero si se han moderado, también digo: "Mi beatle favorito es George".
“Los Beatles no volverán a tocar juntos mientras John siga muerto”
George Harrison
The Beatles: "I'm Happy Just To Dance Whit You"
George Harrison, Eric Clapton y otros: "While my Guitar Gently Weep"
Presentación de Paul McCartney en Lima (09-05-11).
Una de las canciones más aplaudidas y acompañadas
por el público fue esta, Something, de George Harrison,
donde Paul pone mucho corazón.
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You: George Harrison (1975)
Para más información sobre este tema leer Fichero de Canciones
MAX MARRUFFO S.
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