domingo, 24 de julio de 2011

¡VIVA EL PERÚ CARAJO! JULIO MES PATRIO

Escucha mientras lees
   

El arte es un medio que nos permite tener una idea de quiénes somos y hacia adonde vamos; a través de sus distintas manifestaciones podemos encontrarnos y conocernos como sociedad. El arte es un instrumento en la forja de la Patria así como nuestro carnet de identidad ante el mundo. Lo primero que se conoce de un país es su arte y a través de él se tiene una idea de su pasado, presente y futuro, del espíritu que lo impulsa. Nuevos criterios con el correr de los años se incorporan al concepto Patria: el deporte, la literatura, la música y cantos (e incluso la gastronomía) que como hábiles dedos que pulsan las cuerdas de una guitarra hacen vibrar con emoción y sentimiento los corazones de cada uno de los seres que se identifican con ella. Hoy celebramos la Patria con su música y los autores que le dieron identidad propia.  

SUEÑOS DE OPIO (FELIPE PINGLO): LOS DÁVALOS

Canción del bardo inmortal Julio Felipe Federico Pinglo Alva o simplemente Felipe Pinglo (1899 - 1936) máximo exponente de la música criolla a la que amalgamó con ritmos foráneos dándole un carácter más cosmopolita y moderno propio del proceso de crecimiento y de transculturización de la Lima de la primera mitad del siglo XX. La música de Pinglo marcó un hito en el criollismo pues determinó el final de los compositores de la Guardia Vieja cuyo trabajo se nutrió del influjo de la música española, la zarzuela y la jota aragonesa. Puede percibirse en las composiciones de Pinglo estilos como el jazz, el fox-trot y one step americano, el tango argentino, etc.

Pinglo tuvo la intención que el cancionero criollo mantenga su vigencia ante la invasión de nuevas tendencias musicales que comenzaban a desplazarla del gusto de los limeños de aquel entonces (Recomiendo la lectura: De la Guardia Vieja a la generación de Pinglo: Blog Criollos Peruanos en el Mundo).

Jarana criolla en Barrios Altos
La música de Felipe Pinglo representó, en parte, el ingreso a la modernidad de nuestra sociedad. El pueblo recibió con mucho agrado dicha transformación y con el paso del tiempo su estilo musical  fue apreciado como un legítimo componente de nuestro folclor. La música de Pinglo es música criolla, música peruana.
Debido a su origen humilde, las letras de las canciones de Pinglo están ligadas a su universo social, Pinglo es el compositor del hombre del pueblo, del joven de esquina, del obrero; le cantó al amor sin pretensiones, desinteresado; es el compositor de los problemas cotidianos. Muchas de sus letras, sin embargo, pueden ser entendidas o aquilatadas independientemente de la posición social de quien las escucha. Desnudan el alma humana de sus miserias.
Felipe Pinglo Alva
Sus temas nos permiten hacernos una idea cabal de la Lima, de la sociedad de su época. Y esa es la diferencia con el trabajo de la Guardia Vieja. No recrea la Lima de los Virreyes ni se trata de historias cual Tradiciones Limeñas. Su obra está centrada en los años de su existencia, en las primeras décadas del XX. Me atrevo a clasificarla como una obra descriptiva, una crónica de su tiempo a la vez que crítica. Engarza con la literatura realista de Valdelomar, Lopez Albujar, Vallejo, Adán (Al respecto leer Ribeyro y la literatura peruana: la tradición de "una Lima que se va").
Es un retrato de lo urbano. La Lima de Pinglo es la Lima de cambios abismales para una urbe tradicional:
“Entre 1905 y 1929, la ciudad de Lima se convierte en un laboratorio sociocultural en expansión: políticas higienistas que pretenden rediseñar el uso del espacio y la sanidad de la urbe (léase: control de los sectores populares y marginales), emergencia de nuevos actores sociales (obreros y estudiantes), nuevas tecnologías de comunicación (teléfono, fonógrafo, cine) y de transporte (tranvías eléctricos y automóviles), inéditas formas de sociabilidad y diversión (cafés con orquestas, clubes, salones de hoteles, heladerías), nuevas organizaciones políticas.”
(Marcel Velásquez Castro, El Dominical de El Comercio, Lima, 19 de agosto de 2007) (Leer sobre una crítica de la Lima de hoy: De la Lima criolla a la Lima chicha)

Esquina del Jr. de La Unión con el Jr. Ica (Casa Welch) en los años 30
Sueños de Opio es una canción que  recrea el ambiente existente en un fumadero de opio y a la vez el viaje de un parroquiano. Inspirada en los garitos del Barrio Chino de Lima, específicamente de la Calle Capón (cuyo nombre es anterior al asentamiento de los inmigrantes chinos en dicho lugar y que data del siglo XVII, cuando aún no se había dado la inmigración asiática [1855]).

Fumadero de opio en China
Con la expresión Sueño de Opio se alude a ilusiones o grandes esperanzas cuyo logro o materialización la percibimos lejanas, imposibles. En la canción de Pinglo claramente se advierte que el sueño viene inspirado por el consumo de una droga alucinógena, el opio:
Droga divina, bálsamo eterno
Opio y ensueño dan vida al ser;
Aspiro el humo que da grandezas
Y cuando sueño, vuelvo a nacer.
Pero también por las ilusiones o fantasías insatisfechas del personaje que aparece narrando la historia en primera persona:
Me vuelvo dueño de mil riquezas,
Lindas mujeres forman mi harén
Y en medio de ellas, yo adormitado
Libando dichas, bebiendo halagos
Entre los brazos de una mujer
¡Oh, delicias que nos duraron tan sólo
Lo que el opio en mi ilusión pudo forjar.
La letra de ésta canción menciona una serie de figuras o personajes propios de cuentos de Las Mil y Una Noches. La Hurí, bella mujer que según la tradición musulmana ha sido creada para dar placer a los bienaventurados que han alcanzado el paraíso (en realidad la canción trata de la fantasía sexual que se tiene con una Hurí). El Querube o Querubín, espíritu celeste caracterizado por la plenitud de ciencia con que ven y contemplan la belleza divina (mirada de admiración). La Nereida o Ninfa, deidad del mar, mujer que representa la hermosura, de voz melodiosa, surgen del fondo marino montadas en delfines o hipocampos. El Harén, conjunto de todas las mujeres que viven bajo la dependencia de un jefe de familia a quien atienden solícitamente. La Odalisca, esclava dedicada al servicio del harén del gran turco o concubina de éste. El Rajá, soberano que vive en el lujo y la opulencia. El Sultán, emperador turco o príncipe mahometano.

Odalisca (izq.), mujer hurí (der.)

Nereidas
Existe una narración de Cesar Vallejo que trata sobre los fumaderos de opio, Cera (cuento publicado en el libro Escalas año 1923), según la cual, a los fumaderos de opio se les daba el nombre de Ginké. Cabe señalar que con la palabra Cera Vallejo se refiere al alcaloide en su estado sólido.
El opio es una droga analgésica narcótica que se extrae de las cabezas de la adormidera (Papaver somniferum). Es un jugo o latex (lechozo) que se extrae realizando incisiones en las cabezas, todavía verdes, de la adormidera unos días después que se le cae los pétalos de las flores. Al secarse, se convierte en una resina pegajosa de color marrón que con el paso de los días y la deshidratación concentra el alcaloide.
Cabezas de adormideras con incisiones donde brota el latex
Al hacer  efecto aparece una sensación de cansancio y somnolencia, más adelante produce un sueño ligero donde aparecen las alucinaciones.
Fumar opio consiste en diluir la resina en agua y calentarla a fuego lento aspirando el humo o vapor a través de una pipa de metal  larga que permite se vaya enfriando hasta su ingreso por la boca.
Pipa china para fumar opio
Sir Arthur Conan Doyle describe un fumadero de opio en una de las aventuras de su personaje Sherlock Holmes, El Hombre de Labio Retorcido (1891):
"Upper Swandam Lane es una callejuela miserable, oculta detrás de los altos muelles que se extienden en la orilla norte del río, al este del puente de Londres. Entre una tienda de ropa usada y un establecimiento de ginebra encontré el antro que iba buscando, al que se llegaba por una empinada escalera que descendía hasta un agujero negro como la boca de una caverna. Ordené al cochero que aguardara y bajé los escalones, desgastados en el centro por el paso incesante de pies de borrachos. A la luz vacilante de una lámpara de aceite colocada encima de la puerta, encontré el picaporte y penetré en una habitación larga y de techo bajo, con la atmósfera espesa y cargada del humo pardo del opio, y equipada con una serie de literas de madera, como el castillo de proa de un barco de emigrantes.
A través de la penumbra se podían distinguir a duras penas numerosos cuerpos, tumbados en posturas extrañas y fantásticas, con los hombros encorvados, las rodillas dobladas, las cabezas echadas hacia atrás y el mentón apuntando hacia arriba; de vez en cuando, un ojo oscuro y sin brillo se fijaba en el recién llegado. Entre las sombras negras brillaban circulitos de luz, encendiéndose y apagándose, según que el veneno ardiera o se apagara en las cazoletas de las pipas metálicas. La mayoría permanecía tendida en silencio, pero algunos murmuraban para sí mismos, y otros conversaban con voz extraña, apagada y monótona; su conversación surgía en ráfagas y luego se desvanecía de pronto en el silencio, mientras cada uno seguía mascullando sus propios pensamientos, sin prestar atención a las palabras de su vecino. En el extremo más apartado había un pequeño brasero de carbón, y a su lado un taburete de madera de tres patas, en el que se sentaba un anciano alto y delgado, con la barbilla apoyada en los puños y los codos en las rodillas, mirando fijamente el fuego.
Al verme entrar, un malayo de piel cetrina se me acercó rápidamente con una pipa y una porción de droga, indicándome una litera libre.
-Gracias, no he venido a quedarme -dije-. Hay aquí un amigo mío, el señor Isa Whitney, y quiero hablar con él. Hubo un movimiento y una exclamación a mi derecha y, atisbando entre las tinieblas, distinguí a Whitney, pálido, ojeroso y desaliñado, con la mirada fija en mí.
-¡Dios mío! ¡Es Watson! -exclamó…".
Grabado que representa un fumadero de opio en Londres - Inglaterra
Sueños de Opio de Felipe Pinglo ha sido versionada por muchos, sobresaliendo la interpretación de los Hermanos Dávalos, Víctor y José, dueto cuyos inicios se remontan al año 1954 con el trío Los Chamacos junto a Guillermo Ramos.
Portada de disco de los Hermanos Dávalos
Hace poco conmemoramos los 44 años del Festival POP de Monterey (1967) señalando entre otras cosas que se dio en medio del auge de la psicodelia. Hoy, luego de escuchar esta canción me atrevería a decir o mejor dicho me atrevería a reivindicar para el Perú la creación de esa corriente musical y señalar a Pinglo como su artífice 50 años antes del Verano del amor.
¡Viva el Perú Carajo!   
Sueños de Opio
(Felipe Pinglo Alva)

Sobre regios almohadones recostada,
incitante me sonrie bella huri cual reina de que hablan los cuentos de hadas,
deslumbrante se presenta para mi. 
Sus miradas son de fuego, me enloquecen;
ella me hablan y me ofrece frenesi
en su rostro de querube o nereida
se adivinan deseos de goces mil 
Droga divina, balsamo eterno opio y ensueño dan vida al ser;
aspiro el humo que da grandezas que cuando sueño, vuelvo a nacer.
Me vuelvo dueño de mil riquezas,
lindas mujeres forman mi harem y en medio de ellas,
yo adormitado libando dichas,
bebiendo halagos, entre los labios de una mujer.  
Primorosas odaliscas en mi torno
obedecen mis caprichos de Raja;
y sus mimos y cariños amorosos son tributos de esclavas a su sultan. 
Una y otra me suplican que las ame,
y les brinde mi cariño mas sensual,
¡Oh delicias que nos duraron tan solo lo que el opio en mi ilusion pudo forjar
Max Marruffo S. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario