domingo, 17 de junio de 2012

EL ESCÁNDALO WATERGATE (FINAL)

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La opinión pública norteamericana es informada sobre la decisión de Nixon
de renunciar a la Presidencia
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Ver Richard Nixon. La entrevista final

El revés

Para el 30 de enero de 1973, había llegado el momento del juicio contra los siete acusados por el asalto a las oficinas del edificio Watergate (Barker, Gonzales, Martinez, Sturgis, McCord, Hunt y Liddy). Para “asegurar que el resultado esté exento de cualquier influencia”,  la fiscalía y el mismo Juez Sirica arremetieron contra los hombres de prensa (del Post, el Times y otros diarios) intimidándolos a fin que no interfieran tratando de obtener datos de parte de las personas que iban a ser llamadas como testigos o con informaciones que pudieran inducir a los miembros del jurado.

En una situación normal es lo correcto, pero los hechos habían demostrado que las investigaciones preliminares no fueron normales.

Fiscal Earl Silbert
De acuerdo a la forma cómo se había planteado la acusación por parte del Fiscal Earl J. Silbert, el juicio sólo tendría como finalidad determinar si lo del Watergate se trató de un acto planificado por parte de los acusados; si estos fueron pagados por Hunt y Liddy y qué se buscaba con la incursión y la escucha ilegal telefónica. No determinaría quiénes pudieron ordenarla y de dónde provenía el dinero para financiarla. Por ello, aún cuando comparecieron a declarar como testigos altos funcionarios del CRP (1),  las preguntas fueron tan triviales que las respuestas no facilitaron al jurado plantearse la posibilidad que había involucradas personas más allá de los siete acusados. La investigación judicial quería matar el asunto como un hecho de menor importancia.

En las primeras sesiones de la audiencia los siete acusados se declararon culpables. Los medios de prensa, sin embargo, antes de ese día tenían conocimiento que a cuatro de ellos (los cubanos) se les estaba ofreciendo dinero y el indulto presidencial para que así lo hagan (2). La intención original de estos era declararse inocentes señalando que actuaron por orden de funcionarios del gobierno.

Ante el Juez John Sirica ninguno de los cuatro cubanos supo dar explicaciones convincentes acerca del por qué llevaron a cabo el allanamiento en las oficinas del Partido Demócrata y quién le pagaba por su servicios. Estos dijeron que solo se limitaban a recibir el dinero sin importar quién o quiénes eran los que pagaban.  Pronto Sirica se dio cuenta del papel ridículo que los hilos del poder le habían asignado.

Los siete acusados fueron declarados culpables y fueron condenados.

Al término de la audiencia el Juez John Sirica, avergonzado, aceptó que el juicio había sido una patraña, pero confiaba que otros órganos estatales como el Congreso, llevarían adelante una  investigación libre de presiones de cualquier tipo. De esa manera se refería también a la labor mediatizada del FBI y de la fiscalía.

Lo que a los funcionarios de la Casa Blanca, el  CRP y el Partido Republicano pudo parecerles el final de un hecho desagradablemente peligroso que los puso al borde de la evidencia, en realidad se convertiría en un revés para sus intenciones de seguir abusando del poder y acallando la verdad.

El proceso judicial había terminado, pero la caída había empezado.

Dos ex funcionarios del Comité de reelección del Presidente Nixon, Gordon Liddy y James W. McCord, fueron condenados ayer por conspiración, robo y allanamiento a la sede del partido democrático en el Watergate...

Los otros cinco que fueron acusados junto a Liddy y McCord, incluido el ex Ayudante de la Casa Blanca y agente de la CIA Howard Hunt, se declararon culpables de todos los cargos

En su declaración final al jurado, el Fiscal Silbert dijo que <<cuando las personas no pueden reunirse para fines políticos sin temor que sus conversaciones, sus teléfonos han sido intervenidos... se crea desconfianza, sospecha, se ha perdido la fe y credibilidad>>.

Pidió al jurado dar un veredicto que restaure la fe en el sistema democrático tan dañado por la conducta de los acusados...”
-Washington Post, 31 de enero de 1973-

Símbolos del Partido Republicano y Partido Demócrata, respectivamente
El origen de todos los males

Después de 1968, año en que Richard Nixon asumió la Presidencia de los Estados Unidos, su gente de confianza propulsó la idea de asegurar el control de la situación interna del país de una manera efectiva. Como uno de los medios para lograrlo, decidieron ampliar el ámbito de las escuchas electrónicas (telefónicas o de otro tipo) más allá de los casos permitidos por la ley. El argumento que lo posibilite recibiría el nombre de “seguridad nacional”. De tal manera, que en la medida que se sospeche de la existencia de filtraciones de información reservada o secreta a los medios que la pongan en peligro, o de la existencia de grupos subversivos, el FBI y la CIA estarían autorizados para llevarlas a cabo. El hecho es que, la gente del Presidente no se tomó la molestia de establecer un marco conceptual de lo que debía entenderse por “subversivo” ni se fijó límites para aplicarla. Así, cualquier persona, funcionario de la administración o no; grupos contrarios a la Guerra de Vietnam o defensores de los Derechos Civiles e incluso simples opositores al régimen pronto se vería sometidos a la escucha de sus conversaciones. Nadie, en los Estados Unidos de Norte América que se haya encontrado en algunas de esas situaciones podría asegurar que no fue objeto de espionaje. Y, dado que no existía un control debido al carácter clandestino que se dio a este tipo de operaciones, en el extremo del abuso del poder, la gente del gobierno decidió extender el programa de escucha a sus competidores políticos en las elecciones de 1972. El financiamiento de estas operaciones se efectuaría con el dinero aportado para la campaña electoral. De acuerdo con el resultado de todas las investigaciones que terminaron con la renuncia de Nixon, todos sus asesores, directa o indirectamente estuvieron involucrados en ellas. Ordenándolas, reclutando personal para su ejecución, ordenando los pagos respectivos por los servicios prestados o transcribiéndolas para objeto de análisis. Incluso, se supo, que hasta el mismísimo Henry Kisinger, Secretario de Estado, ordenó seguimientos telefónicos contra sus subordinados.

Henry Kisinger
Fueron Colson y Mitchell los que idearon y dieron la orden de ejecución del allanamiento a las oficinas del Partido Demócrata. Para ello contaron con Howard Hunt y Gordon Liddy, con experiencia obtenida en la ejecución de otros “encargos” de la misma naturaleza (1).

La escucha de conversaciones o llamadas telefónica, un instrumento de investigación procesal, no exenta de discusión y dudas, fue utilizada indiscriminadamente hasta convertirla en arma política eficaz a favor de un partido, a favor de un gobernante.

El 19 de junio de 1972, a dos días de la incursión del Watergate, sin que se conozca los pormenores y el trasfondo de esa operación, la Suprema Corte de los Estados Unidos las declaró ilegal.

El final

L. Patrick Gray III (1916 - 2005)
Durante las investigaciones preliminares y el juicio contra los siete acusados del Watergate, L. Patrick Gray III se desempeñó como Director interino del FBI (1). Persona de confianza del Presidente Nixon, no supo disimular la parcialización del órgano federal en las investigaciones del caso. Cuando el 28 de febrero de 1973 se presentó ante el Congreso a fin que se apruebe la moción de su nombramiento definitivo, Gray se fue de lengua al informar, que todos los actuados de la investigación eran puestos en conocimiento de John W. Dean III, Consejero del Presidente y Abogado de la Casa Blanca designado por Nixon para que efectúe una “investigación interna” del caso Watergate (2). También entregó al Congreso, declaraciones del Abogado personal de Nixon, Herbert Kalmbach, efectuadas durante las investigaciones preliminares (pero no puestas en conocimiento del Juez Sirica) en donde éste aceptaba haber sido informado por Dwight Chapin del “reclutamiento” de Donald Segretti para las operaciones de sabotaje a fin que proceda a efectuarle los pagos respectivos.

La Casa Blanca no podía seguir negando más su vinculación con los sucesos del Watergate, las operaciones de sabotaje y espionaje y la escucha ilegal electrónica.

Algunos de los "Hombres del Presidente"
Antes que ocurra lo de Gray, dentro del Congreso, en la Cámara de Senadores se aprobó la creación de un Comité Especial de Investigación sobre los hechos acontecidos en el Watergate cuyo objetivo era determinar la verdad más allá de la incursión en la oficinas de los demócratas, atendiendo que el proceso penal, la actuación de FBI y de la fiscalía no habían cubierto todos los puntos y no había dejado satisfecho a nadie. Presidiendo esa comisión estaría Samuel James Ervin Jr., senador por el Partido Demócrata por el Estado de Carolina del Norte.

Samuel Ervin (1896 - 1985)
El día 23 de marzo de 1973 se informó que James W. McCord Jr., uno de los asaltantes del Watergate y condenado el día 30 de enero, pidió al Juez Sirica audiencia a fin de ponerle en su conocimiento que había mentido y se había auto incriminado cediendo a presiones políticas. Antes, también se había dirigido a uno de los miembros del comité senatorial informándole que John Dean y Jeb Stuard Magruder, Subdirector de la Campaña de Reelección Presidencial,  ex Ayudante de H. R. Haldeman, también habían planificado lo del Watergate (3). La importancia de esta revelación radicaba en que el mismo John Dean, designado por Nixon a efecto que realice una investigación interna sobre los hechos, había sido uno de sus autores intelectuales (4). Ante el Congreso, McCord dijo que el dinero que se les ofreció provenía de los fondos de  la campaña electoral.

A partir de ese momento cundió el pánico entre el Presidente y su gente produciéndose una estampida y una serie de maniobras equívocas por desesperadas, que los enfrentó unos contra otros, motivando, a su vez, que algunos entren en contacto con gente del Senado, la fiscalía o el Poder Judicial a fin de negociar su confesión a cambio de beneficios penales (5).

John Ehrlichman
(1925 - 1999)
Lo que precipitó esa estampida fue que los más importantes ayudantes de Nixon, Haldeman y Ehrlichman, y quizá él mismo Nixon, esperaban que hubieran voluntarios que acepten se les cargue toda la responsabilidad liberando a los demás de la persecución. Pocos estuvieron dispuestos, muchos no.

¿Qué sucedió en realidad?

La historia, al menos por ahora, no ha llegado a determinar muchas cosas, como por ejemplo, si las órdenes del seguimiento electrónico y otros actos de espionaje y sabotaje político provinieron del mismo Presidente o estuvo al margen de ellas. Si Richard Nixon estuvo al tanto de lo del Watergate o conoció de sus pormenores una vez descubierto el hecho. Si fue él quien ordenó una estrategia de ocultamiento de la verdad u obstrucción a las “investigaciones oficiales”, ordenando pagos a efecto de comprar las declaraciones de los acusados.

Cuando estaba por iniciarse las audiencias del Comité senatorial y luego de ponerse al descubierto la participación de algunos de sus asesores en operaciones ilegales, Nixon no tuvo más remedio que comunicar a los medios que tomaría medidas drásticas contra aquellos funcionarios que faltaron a su confianza.

Nunca se supo si era una sacada de cuerpo o se trataba de un acto calculado junto a sus asesores.

Es en esta situación que asume protagonismo John W. Dean III, Consejero del Presidente y Abogado de su régimen.

La historia lo apunta como la persona que fue presionada a efecto que cargue con toda la culpa. Esa misma historia señala que Dean nunca estuvo dispuesto a sacarificarse solo.

Lo cierto es, que durante las investigaciones preliminares de lo del Watergate, la Casa Blanca hizo creer que había ordenado una investigación interna y que Richard Nixon había designado para ello a Dean.

Según las investigaciones periodísticas  y las declaraciones prestadas ante el Comité senatorial y los nuevos procesos judiciales que reabrieron el caso ampliándolo a otros aspectos no tratados anteriormente, la dichosa investigación interna a cargo de Dean nunca existió y más bien se trato de una interferencia en la labor del FBI y la fiscalía a efecto de acallar o desaparecer las declaraciones que pongan en evidencia a la Casa Blanca, como también desaparecer prueba documental incriminatoria. Que agentes del gobierno estuvieron presentes durante los actuados de la investigación preliminar (6). En junio de 1973, por medio del New York Dayli News, se llegó a saber, incluso, que el Director del FBI, Patrick Gray III, por ordenes de Dean y John D. Erlichman, Ayudante del Presidente para Asuntos Internos, destruyó documentos con información falsa preparada por la gente pagada con dinero del CRP, que calumniaba a John F. Kennedy con un asesinato político en los 60’s e información obtenida para dañar -de haberse presentado- la candidatura a las elecciones de 1972, de Ted Kennedy.

Se dice que, ante tanta insistencia para que Dean se sacrifique en pro del grupo, éste amenazó con decir toda la verdad -incluso delatar al Presidente- a donde sea llamado a declarar, lo que le valió la amenaza del propio Nixon de mandarlo a la cárcel por el resto de su vida.

John Dean ante el Comité del Senado
Poco a poco fueron apareciendo revelaciones de otros hechos de abuso de poder. Se cree que fue gracias a que John Dean se venía presentando en forma reservada ante el Comité Senatorial y ante la fiscalía a cargo de la nueva investigación preliminar tras la reapertura del caso.

Los nombres de todos los asesores del Presidente fueron mencionados como responsables de toda la negra historia que iba más allá de lo ocurrido en las oficinas del Partido Demócrata. Haldeman y sus ayudantes Herbert L. Porter y Gordon C. Strachan; John D. Erlichman, Ayudante del Presidente para Asuntos Internos; Charles W. Colson, Consejero Especial del Presidente; John N. Mitchell, ex Fiscal General y Director del CRP; Jeb E. Madgruder, Sub Director del CRP; Frederick C. LaRue, Vicedirector del Comité del Partido Republicano. A estos no les quedó otra cosa que acusarse mutuamente.

Las revelaciones motivaron el público despido de John Dean y la aceptación de las renuncias -“muy a pesar de la voluntad del Presidente”- de Haldeman y Erlichman, sus hombres de confianza (7). También se aceptó la renuncia de Richard G. Kleindienst, Fiscal General durante la época del primer proceso por los hechos del Watergate (8).

Nunca se pudo saber a ciencia cierta si todo este lío final fue preparado para dejar librada de cualquier sospecha a la persona del Presidente. En todo caso, a nivel de la fiscalía, se discutió la posibilidad de denunciar, junto a todos esos funcionarios, al mismo Presidente.

Alexander Butterfield
El golpe final al gobierno de Nixón vino después del 17 de mayo de 1973, fecha en que se iniciaron las sesiones públicas y televisadas del Comité senatorial. Recibida la declaración de un funcionario de seguridad de la Casa Blanca, Alexander Butterfield, se supo que al interior de la Casa Blanca había un sistema electrónico de escucha de conversaciones, que incluso grababa las conversaciones del Presidente. Antes, el Comité se había informado a través de Dean, que el tema del Watergate había sido tratado por Nixon y sus consejeros en su despacho. El Senado ordenó a la Oficina del Presidente la entrega de las grabaciones de sus conversaciones con sus asesores. Nixon se negó a ello alegando su derecho de inmunidad,  lo que el Senado consideró un afán de obstruir las investigaciones.

Mientras tanto, a nivel de las nuevas investigaciones preliminares, Nixon presionó al Fiscal Especial a cargo de ellas, Archibal Cox, para que no le exija a su despacho la entrega de otras cintas y acepte solo la entrega de resúmenes transcritos. Ante la negativa de Cox, Nixon exigió al Fiscal General (Secretario -Ministro- de Justicia), Elliot Richardson, destituya a su subalterno Cox. Richardson se negó por considerar ilegal la orden y fue inmediatamente destituido. Su adjunto, William Ruckelshaus, renunció también de inmediato para no verse obligado a escuchar orden similar de parte del Presidente. Finalmente Nixon tuvo que recurrir a Robert Bork, nombrándolo Fiscal General, para que se acate su orden. Todo esto ocurrió entre el vienes 19 y sábado 20 de octubre de 1973. El Senado consideró la conducta presidencial como un acto sin precedentes.

Rose Marie Woods (1917 - 2005) con
su jefe Richard Nixon
Encontrándose en una situación difícil, la Oficina del Presidente no le quedó otra cosa que entregar siete cintas para que sean analizadas en las investigaciones preliminares a cargo de la fiscalía. Antes, el 29 de setiembre de 1973, Rose Marie Woods, Secretaria del Presidente, dijo al Senado que se encargó de grabar algunas de las conversaciones de Nixon con Haldeman.

Cuando el 14 de noviembre de 1973 se llevó a cabo la audición de las cintas entregadas a la fiscalía, una de esas cintas tenía un borrado de 19 minutos aproximadamente. La cinta que presentaba este defecto fue casualmente la que registraba la conversación de Nixon con Haldeman, grabada por Rose Marie Woods. Cuando fue requerida por el Juez a efecto que explique qué pudo suceder con tal cinta, la Woods se responsabilizó diciendo que borró accidentalmente parte de ella en el mes de octubre. Nadie le creyó (9).

La Woods tratando de explicar como se produjo el borrado "accidental" de una cinta
que registraba una conversación entre Nixon y su Ayudante Haldeman
A partir de ese momento, a nivel del Congreso de los Estados Unidos comenzó a prepararse un Antejuicio Político contra el Presidente Richard Nixon por Abuso de Poder y Desacato .

Para febrero de 1974, se dieron a nivel judicial las primeras declaraciones de culpabilidad contra algunos asesores principales de Nixon por lo del edificio del Watergate, incluyendo a John Dean; en marzo del mismo año, se inició un nuevo proceso penal por encubrimiento contra Haldeman, Ehrlichman, Colson, Mitchell, Stracham, Mardian.

El 27 de julio de 1974, se inicia el Antejuicio Político contra Nixon que de haber sido hallado responsable hubiera sido vacado de la Presidencia y puesto a disposición de la Justicia Ordinaria para su procesamiento. Para el Antejuicio, el Juez John Sirica, había alcanzado al Congreso prueba incriminatoria contra el Presidente.

Por una concesión del Presidente del Senado norteamericano, se le dio la posibilidad a Nixon que presente su renuncia a efectos de cortarle el Antejuicio.

Richard Nixon  renunció a la Presidencia de los Estados Unidos a las 9.00 pm. del 8 de agosto de 1974.

Su Vicepresidente Gerald Ford asumió la Presidencia el día 9 de agosto y como primer acto de su gobierno, decretó, a favor de Richard Nixon, una suerte de amnistía que lo liberó de todo procedimiento o investigación iniciada o por iniciar, por cualquier órgano estatal, en su contra. Esto causó un rechazo general por parte de la opinión pública americana y determinó la muerte Política de Nixon. Nunca logró rehabilitarse ante sus conciudadanos.

Richard Milhous Nixon falleció, víctima de un derrame cerebral el 22 de abril de 1994, a los 81 años de edad.

Richard Milhous Nixon anunció anoche que dimitirá como el trigésimo séptimo Presidente de los Estados Unidos al mediodía de hoy.

El Vice Presidente Gerald R. Ford de Michigan tomará el juramento como nuevo Presidente al mediodía para completar los restantes 2 1/2 años de mandato del Sr. Nixon.

Tras dos años de amargo debate público sobre los escándalos de Watergate, el Presidente Nixon cedió a las presiones de miembros y dirigentes de su partido para convertirse en el primer Presidente en la historia estadounidense a dimitir...”
-Washington Post, 9 de agosto de 1974-

El Washington Post informa sobre la renuncia de Richard Nixon

Vídeo del breve discurso con el que Richard Nixon se dirige a los americanos
oficializando su renuncia al cargo de trigésimo sétimo Presidente de los Estados Unidos
Referencias:

El Revés


(1) Entre otros funcionarios del CRP que declararon estuvieron Jeb Stuard Magruder y Herbert L. Porter, quienes la prensa, hacía tiempo, había sindicado como dos de los que distribuían el dinero del CRP para el pago de operaciones ilegales.


(2) Atribución que le da la Constitución al Presidente de la República para cortar la ejecución de una pena, impuesta de manera definitiva, a favor de un condenado. En otros países se dice que es una prerrogativa, pero ambos términos (atribución, prerrogativa) son sinónimos.


El origen de todos los males


(1) Se cree que Howard Hunt preparó y planificó la incursión del Watergate de tal manera que sea fácilmente descubierta a efecto de poder someter a chantaje a Richard Nixon para que le compre su silencio.


El final


(1) Desde la muerte de J. Edgard Hoover en mayo de 1972.


(2) Huelga decir que con esa información privilegiada, John Dean podía preparar un informe a Nixon totalmente ajustado a su interés de encubrir los hechos.


(3) Posteriormente, el día 28 de marzo de 1973, McCord dijo que Mitchell, siendo aún Fiscal General (esto es Secretario de Jusiticia - Ministro de Justicia), aprobó el presupuesto y planes de Gordon Liddy para el asalto del Watergate en febrero de 1972, esto es, cuatro meses antes de que estallara el escándalo.


(4) John Dean declararía más adelante ante el Comité del Senado (25 de junio de 1973) que la designación para investigar por cuenta de la Casa Blanca los hechos ocurridos en el edifico del Watergate, fue una mentira, una simulación, puesto que Nixon estaba al corriente de todo ello. Lo que se le encargo de verdad fue, tomar nota de lo investigado por el FBI a efecto de borrar toda prueba que llegue a la Casa Blanca. Esa declaración de Dean fue la primera imputación hecha contra Nixon proveniente de un alto funcionario de la Casa Blanca.


(5) Uno de estos fue John Dean quien aún tomando parte de las reuniones de emergencia efectuadas en la Casa Blanca, donde se planificaba el encubrimiento entre Nixon y sus demás asesores, venía presentándose en secreto ante la fiscalía dando su testimonio de cómo ocurrieron las cosas.


(6) Lo que explica el por qué los abogados de la CRP participaron de los interrogatorios a sus ejecutivos y personal.


(7) Se cree que Richard Nixon siguió recibiendo asesoría de estos dos luego de sus dimisiones.


(8) Ingresó en reemplazo de John Mitchell cuando éste asumió la dirección del CRP.

(9) Rose Marie Woods fue requerida para que, en su propia oficina, reconstruya la forma cómo pudo haber borrado la cinta. Para ello, Woods dijo que al momento de contestar una llamada telefónica se tuvo que estirar para coger el auricular y uno de sus pies golpeó el pedal de la grabadora que encendió la acción de “grabar” borrando lo anteriormente registrado en la cinta.


Cabe señalar que se trataba de un sistema de grabación que contaba con un equipo especial  para su manejo.


- La imagen de Richard Nixon y el escándalo Watergate han seguido siendo materia de discusión, incluso en el ámbito de la música, a lo largo de cuatro décadas. Es así que la persona ha trascendido ritmos y posturas tanto a favor como en contra; mientras que el hecho no ha dejado de ser apreciado como una mancha desgraciada en la historia de los Estados Unidos.

En "Sweet Home Alabama" de los Lynyrd Skynyrd (junio de 1974), los del sur le espetan a los del norte que el Watergate es el fracaso de "su" clase política.

Desde el otro lado del Atlántico, el escándalo es una de las cosas que motivaron decir a la banda británica The Clash, en 1977, "Estoy tan aburrido de los Estados Unidos" y a exigir se den a conocer las famosas cintas del sistema de grabación de la Casa Blanca. Un año después, con el mismo sentimiento, Freddy Mercury  (Queen) decía "Yo no quiero ser candidato para Vietnam o Watergate, yo solo quiero manejar bicicleta" en "Bicycle Rice".

En 1989, el hijo predilecto de Nueva York, Billy Joel, en su canción "We Didn't Start the Fire" haciendo un recuento de 119 hechos ocurridos desde su nacimiento en 1949, menciona al escándalo de Watergate y al presidente Richard Nixon hasta en dos oportunidades.

Apenas ingresados al nuevo siglo, de nuevo en el Reino Unido, los Manic Street Preachers plantean una revisión de la persona y logros de Richard Nixón durante su gobierno en "The Love of Richard Nixon", año 2004. Al final de la canción se escucha a Nixon en parte de su mensaje donde anuncia su dimisión.


"We Didn't Start the Fire" Billy Joel (1989)

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Ver Richard Nixon. La entrevista final


Soundtrack:
Sweet Home Alabama: Lynyrd Skynyrd (Second Helping) - 1974
I'm So Bored with the USA: The Clash (The Clash) - 1977
Bicycle Rice: Queen (Jazz) - 1978
The Love Richard NixonManic Street Preachers (Lifeblood) - 2004

Este post fue reeditado el 13 - 06 - 14

MAX MARRUFFO S.

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