Callejeramente, provengo de un pequeño barrio ubicado geográficamente en Lima - Cercado, provincia y departamento de Lima, país Perú. Barrio que físicamente se extiende en las dos únicas cuadras del Jr. Cortez, atravesadas por los jirones Palca, Acobamba y Gregorio Paredes, los que desembocan en la Av. Guzmán Blanco. Para graficar mejor su ubicación, mi barrio está pegado en el lado derecho de un triángulo escaleno conformado por las avenidas Brasil, 28 de Julio y Guzmán Blanco, posición (si no me equivoco) noroeste, sureste.
Socialmente, mis amigos y yo le dimos el nombre de Cortez, igual que la calle. Generacionalmente, en la actualidad, la mayoría ya no lo ocupamos, salvo la familia Lazo Chong y Rengifo Rojas.
Pero la vinculación espiritual con él no ha cesado. Nuestras vivencias y todo tipo de sensaciones y emociones que ello implica, nos ha dejado un sentido de pertenencia que forma parte imborrable de nuestra historia personal.
A mis camaradas, con los que crecí y me desarrollé a través de la década de los 70’s, quiero dedicarle estas líneas de apertura.
Tiempo hace, desde que comencé a escribirles en el correo de Re: BARRIO, la versión virtual de nuestro querido Cortez.
Tal vez, la participación en dicho espacio fue la ocasión para darme cuenta, de la necesidad que tengo, ahora en mi madurez, de comunicarme, de expresar ante los demás, mis ideas, mis pensamientos y sentimientos, e ir más allá de lo que el ejercicio de la docencia me permitió por muchos años.
No es que presienta mi fin y quiera decir lo que ha de ser necesario antes de partir, es tan solo el deseo de conversar, dialogar. La generación de los 70’s, nuestra generación, ha tenido la posibilidad, en nuestro país, de transitar por todos los estados de vida (o mundos, a decir del Budismo Mahayana o Budismo de Nichiren Daishonin) merced a las idas y venidas, aciertos y desaciertos, bondades y miserias, victorias y derrotas de una sociedad tan humanamente imperfecta como la nuestra. La década del los 80’s, con la crisis económica y política más terrible de la historia del Perú, constituyó nuestra prueba de fuego para obtener el diploma de expertos en supervivencia.
Tenemos mucho que decir, y poseemos por lo tanto el material necesario para lograr, más adelante, en los que serán nuestros años dorados, de reposo o retiro, la sabiduría necesaria para orientar a nuestros hijos y en general a todos los que cronológicamente nos siguen los pasos. No obstante, lo duro de nuestro aprendizaje, ese material es de calidad.
Ésta esquina (Blog) que he titulado UNA PARA EL SUNSET, pretende continuar con ese ejercicio autoimpuesto de tratar temas, de todo tipo, lo que hago y haré desde la perspectiva del carácter, personalidad y cosmovisión del mundo, forjados en mí a través de la convivencia con ustedes, pero, ahora, lo hago más allá de nuestro micro espacio social, pues siento que es necesario confrontar nuestra posición del mundo y las cosas con la visión de los demás, sólo así tendremos respuestas realmente útiles.
Si bien es cierto, UNA PARA EL SUNSET lo he utilizado como espacio para hablar de música de los 60’s y 70’s, hoy, amplío su alcance a demás temas de interés. Algo parecido a lo que hace la Rolling Stone Magazine (disculpen la osadía).
La puesta del Sol, es el espectáculo más hermoso que la naturaleza ofrece al hombre a cambio de nada y marco adecuado para la reflexión. UNA PARA EL SUNSET significa, entonces, a partir de hoy, un tema de reflexión: opinión, crítica, relato, música, etc.
A quienes tengan a bien visitar este espacio mi deseo de serles útil y entretenerlos, planteando temas propios de nuestra existencia diaria.
Max Marruffo S