viernes, 27 de mayo de 2011

La impudicia de la indecencia

Cada proceso electoral parece competir con el anterior. Y no se trata que cada nuevo proceso resulte un ejemplo de madurez democrática que ya se hubiera querido ver en el anterior, sino, todo lo contrario. Cada nuevo proceso resulta más nauseabundo,  más pestilente, más repugnante. Cada nuevo proceso sigue sacando lo peor de nosotros como sociedad política.
Y no lo digo por el hecho que cada vez más, los candidatos pierden la noción en cuanto que una candidatura implica una propuesta debidamente fundamentada y sustentada y no una vergonzosa improvisación. Lo digo por la conducta que asumen los políticos y la reprochable complacencia de nosotros, los electores, que ya no puede entenderse como candidez sino como una insolente e insultante cojudez.
Lo digo por la actitud que toman, en este proceso electoral, en esta segunda vuelta, los candidatos perdedores. Lo digo por Toledo y Kuczynski.
Cada uno, cual mesías, han salido a los medios a proclamar su apoyo a tal o cual candidato. No tienen vergüenza. No quieren darse cuenta o no les importa darse cuenta que ellos moralmente son los culpables que nuestro país se encuentre en la situación electoral más extrema que haya dado elección presidencial alguna. La elección entre el cáncer terminal y el SIDA.
Con una arrogancia espeluznante se muestran, exhiben su indecencia. Se dan el lujo de decir que van a votar por tal o cual candidato a pesar que en primera vuelta los calificaron de todo.
El caso de Toledo  resulta patético. Ahora dice que votará por Humala luego que hablaba que votar por él era dar un salto al vacío. Luego que lo calificara de protegido de Chávez y por lo tanto enemigo de la democracia.
Pero lo peor de todo es que ya olvidó que su candidato, Ollanta Humala, se levantó, junto con su hermano, Antauro Humala, en contra de su gobierno democráticamente elegido.
Ya olvidó las declaraciones de Ollanta Humala, que ocupando cargo público en su gobierno lanzó una sarta de epítetos contra éste y su persona.
Nada le impide que haya olvidado y perdonado las ofensas a su persona. Es su derecho. Pero la democracia no es su propiedad o la continuación de su persona o imagen. El respeto al Estado de Derecho no es su feudo. Los hermanos Humala atentaron contra la democracia y el Estado de Derecho, en consecuencia, quien fuera Presidente de la República en aquel triste día, jamás, arrogándose una titularidad que no tiene, podrá pasar por alto dicha conducta. Menos aún, cuando provocó la muerte de policías.
Toledo es patético, porque esgrime como razón para dar su apoyo, al igual que el escribidor, el juramento político de su nuevo líder.
Pero Toledo y Kuczynski muestran tener una coraza tan gruesa que no les entran balas.
La permisividad que, nosotros los electores, estamos dando a los candidatos y ex-candidatos ha rebasado todo límite.
Ahora, les permitimos variar sus discursos, sus apreciaciones, sus convicciones tan solo por el hecho de la firma de tal o cual pacto, o tan solo por el juramento de no hacer o hacer tal o cual cosa.
Votar a favor de uno u otro candidato, como estos señores quieren, es aceptar esta inmundicia, esta deshonestidad.
Estos políticos indecentes son los que nos vienen con el cuento del mal mayor y el mal menor para forzarnos a votar, no por la democracia, no por el país, no por el futuro de nuestros hijos, sino, por ellos, por sus componendas, por sus ansias de coger algún trocito de poder y seguir lucrando y beneficiándose ante nuestra vista y paciencia. Para hacernos sus cómplices.
Seamos dignos de respeto. Seamos leales con nuestra Patria y con nostros mismos. Cada mañana despertemos y mirémonos al espejo con tranquilidad, con la seguridad que no somos… cojudos.
Vota en blanco o vota viciado.




Max Marruffo S.

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